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miércoles, 16 de mayo de 2012

Te extraño tanto que duele…

Echo de menos las tardes soleadas de tabaco y café en esa cama de colcha ikeana. Extraño que nos enfademos como si fuese la última vez y volver a querernos como si fuese la primera. Necesito la secuacidad del rajar y las conjuras. Nuestros maquiavélicos planes para conquistar el mundo (sí, no, dentro de siete días) y las tortillas de papas con sabor a playa son tan tangibles que puedo devolverlos a mi mente con días soleados como este. Y la vida no me trata mal, pero es que cansa no mirarte, no reírnos, no abrazarte.

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