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miércoles, 24 de noviembre de 2010

Hoy me duelo ante ese futuro incierto que se presenta, de aquellos a quienes tuve la suerte o la desgracia de conocer, hoy extraño anhelos, besos, el dolor de la alcoba en la penumbra. El llanto nítido que sesga mis mejillas y cae al vacío desde la línea de mi mandíbula. Parecemos condenados a encontrar tantos caminos divergentes del nuestro. Cuántas noches de amor entre las sábanas han sido vertidas en vano a la fuente del tálamo infecundo de la desidia.

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