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miércoles, 1 de abril de 2009

I know my heart fought but it's not caught the one that it ought, I'm letting go


Alexandra empezaba a asquearse de tanto esperar, de no dormir de noche, de paceder una ansiedad que la había llevado de ser una fumadora empedernida a una compulsiva. Llevaba días meditando qué la había llevado a equivocarse a menudo en sus relaciones amorosas, y sólo había conseguido sacar algo en claro: nunca ponía fin a tiempo. "Menos mal que nunca di con un psicópata" - meditaba ella abstraída. No entendía cómo en los últimos tiempos había llegado a desesperarse tanto por personas de las que a menudo tenía serias dudas. Un día tomó café con una vieja amiga y le decía:

- "Estoy hasta el coño de los tíos, ya no sé que hacer para que no me pasen estas cosas."

- "Dímelo a mí - respondió Dulce -, mi ex no me deja en paz, ha vuelto a llamarme, ¿quién me mandaría liarme con un chaval de 19 años."

- "Es que eres una pederasta, jajajaja, menuda profesora de clases particulares está tú hecha."

- "Déjate de coñas, que tampoco le saco tantos años, sólo tengo 21."

- "Sí, a veces se me olvida que eres un poco menor que yo. Pues como te decía, estoy harta de los capullos como éste, si yo no pido tanto, ya no espero al príncipe azul, está claro que después destiñen y lo ponen todo perdido, sólo deseo que me dejen con la aburrida rutina de mi vida."

- "Álex, el problema está en que las personas de hoy en día somos bastante egoístas, - afirmó Dulce - deseamos las ventajas que aporta el tener a alguien, que nos mimen, que nos calienten la cama, que sean atentos con nosotras, y por supuesto, buen sexo (¡aunque a veces dejan bastante que desear!), pero no somos capaces de afrontar la responsabilidad y las desventajas que conlleva tambien aparejada esta situación."

- "Claro que no, te prometen todo lo que sea necesario para que ilusiones, te enamores y disfrutarte un tiempo."

- "Exacto, pero no son capaces de ceder cuando la otra persona lo requiere."

- "Antes, en los tiempos de nuestros abuelos, las relaciones eran de otra forma: te tocaba uno y ése era para toda la vida, 'hasta que la muerte os separe', decían" - sentenció Álexandra.

- "Pero imagínate cuando te tocaba en suerte un maltratador o un mal marido, a sufrirlo toda tu vida, y para colmo no había divorcio".

- "Ya, a veces pienso que la vida va demasiado rápido en estos tiempos que vivimos, y que por ello las relaciones tampoco duran demasiado. Empezamos demasiado rápido y la gente no mide sus actos ni sus palabras, no tienen en cuenta los sentimientos de los demás, y a menudo hacen más daño del que imaginan."

Conversaciones como ésta, que ultimamente eran demasiado frecuentes, la determinaron a tomar la decisión de ser ella quien tomase la iniciativa y cortase de raíz. Pero cuando ya estaba decidida, llamaban a la puerta y allí estaba él con su sonrisa y esa cara de no haber roto un plato, que lograba conmover hasta las piedras. O de pronto encontraba que le había escrito en el messenger: "hola, ¿cómo estás?" y cuando ella, tras las fórmulas habituales de cortesía, empezaba a contarle emocionada que habían aceptado su propuesta en la empresa o que había recibido una felicitación debido a su último proyecto investigador, él tardaba varios minutos interminables en contestar, que a ella la ponían frenética, para contestar con un sobrio: "Ajam", sin el más mínimo interés. Así que apagaba el ordenador, diciendose a sí misma como una loca: "Si es que soy tonta, tonta por hacerle caso, tonta por seguir cediendo, tonta por no controlar mis acciones, dejándome llevar, por esperar una hora con el teléfono en la mano sólo porque había afirmado la noche de antes: "mañana hablamos". Así que decidió hacer caso a esa canción que últimamente ponían demasiado por la radio: "...I know my heart fought but it's not caught the one that it ought, I'm letting go..."

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