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martes, 21 de octubre de 2008

Ida y Vuelta


Cuando nos dirigimos al amor
todos vamos ardiendo
llevamos amapolas en los labios
y una chispa de fuego en la mirada.
Sentimos que la sangre
nos golpea las sienes, las ingles, las muñecas.
Damos y recibimos rosas rojas
y rojo es el espejo de la alcoba en la penumbra.

Cuando volvemos del amor, marchitos,
rechazados, culpables
o simplemente absurdos,
regresamos muy pálidos, muy fríos.
Con los ojos en blanco, más canas y la cifra
de leucocitos por las nubes,
somos un esqueleto y su derrota.

Pero seguimos yendo.

Amalia Bautista

1 comentario:

Anónimo dijo...

qué cierto es este poema...
Besitos.