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martes, 17 de enero de 2006

Llueve en Granada



Versos resuenan en mi mente
traídos por el tiempo,
como si mis ojos vírgenes
volvieran a descubrir en ellos
el sentimiento,
el camino conducente
a una ilusión tan prematura
como esa edad en que uno se cree adulto.
Digamos quizás
que en realidad se trata
de una inocencia escondida
tras la coraza seria,
la experiencia.
La palabra dudosa
de un completo desconocido
redimiendo el ser
del temor fornido;
palabra enquistada
en viejos dolores tranquilos.
Llama que logra
atravesar abismos,
sangre libiana
ardiente y desbocada.
Escalofrío fugaz
de la caricia,
manos amasan el cuerpo encendido.
Ojos tristes,
ahora lejanos
bañados en frialdad e indiferencia.
Llueve en Granada,
gente pululante
herida de frío y hastío;
ciudad impertérrita,
testigo de sentimientos
y amores muertos
como niños jamás nacidos.




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