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jueves, 5 de junio de 2014

Incompletitud

Últimamente no puedo leer, no puedo escribir... Siento que me voy vaciando como la arena de un reloj. Todas mis fuerzas, mis ganas, mi yo se va marchando. Cada vez me reconozco menos. Estoy tan lejos de mí, de mis proyectos, de la fe, de la esperanza. Y tan solo encuentro frente a mí un paraje desierto de emociones, plagado de soledad, de nada miserable y honda. No puedo compartirlo con nadie, al fin y al cabo todos están embarcados en (re)construir sus vidas, en (re)instaurar esa normalidad aparente de pequeños engaños pero que oculta dolorosas verdades. Hoy no puedo... No tengo fe, no tengo fuerzas, sólo naditud. Dolor por los que se han ido, preocupación por los que están, un silencio acusador. Y no puedo más, mi alma está tan yerma que ni yo reconozco esta nada que me acompaña cada día. Sólo frases hechas, vacías, cotidianas... vienen de la mano de este tiempo que se me escapa sin cesar. "Morimos continuamente", decían los barrocos, pero no es sólo la muerte física de sentirme más viejo, más cansado; es la muerte espiritual, la ausencia de Dios y los hombres, el austericidio sin rostro de una existencia en la que no caben más que dolor y muerte, más que tierra quemada en que se van convirtiendo mejores tiempos pasados. Y se va volatilizando cuanto hubo, cuanto fue, cuanto existió... Los recuerdos se van apagando... Si nadie te recuerda, si tú no recuerdas, si no hay memoria, todo deja de tener sentido. Y sin embargo extraño tanto. Te extraño tanto, vida de ilusión y fe, ¿dónde estás que ya no puedo seguir?

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