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sábado, 16 de enero de 2010

Emotional Prostitution

Ella despertó un día y advirtió que el café ya no sabía igual, quizá se debía a la insensibilidad del invierno nuclear de su existencia. El agua golpeaba con fuerza las viejas vidrieras de esa casa desvencijada. ¿Qué estaría pasando por la cabeza de Marco? ¿Habría significado algo para él ese encuentro? Ella se encontraba demasiado anestesiada por la absenta y el tequila para recordar si él le había dirigido una palabra amable, mientras que como un dictador implacable serraba sus muslos. Por la mañana se había levantado algo dolorida y contempló con horror como un pequeño charco de sangre, empapaba sus inmaculadas sábanas. La brutalidad de Marco mientras la poseía no era algo nuevo. De pronto, el timbre, ahogado por el sonido de los coches en la calle, la sobresaltó, sacándola de sus pensamientos. "¿Quién es?" "Soy Marco." "Pasa. ¿Qué te ha hecho volver?" "Hay algo de lo que quería hablar contigo." "¿Y qué es si puede saberse?" "Pues... no sé si me gustas... creo que no podemos continuar con esto..." "¿Anoche mientras me poseías como una furcia no parecías pensar lo mismo?" "Esto... lo que sea que tenemos no va a funcionar... somos dos personas diferentes... tú no eres más que una mujer ajada de mirada perdida y yo busco algo distinto." "A ver, sorpréndeme..." "Es hora de irme, me esperan en la reunión del departamento." "Adiós." Él se quedó callado observándola con el rostro algo compungido. "¿Qué significa esa cara?" "Nada, nada, tengo que irme". Al cerrarse la puerta a su espalda, ella volvió a sumergirse en esa espiral de cotidiano absurdo. Quizá no había satisfecho sus deseos de atravesarla con sus envites la noche anterior de la manera que él esperaba, pensó ella mientras observaba como el agua golpeaba los sucios cristales y se encendía un cigarrillo.

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