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jueves, 26 de mayo de 2005

I Carta a los Corintios: Canto al Amor de Pablo de Tarso


Aunque hable las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, no soy más que una campana que toca o unos platillos que resuenan. Aunque tenga el don de la profecía y conozca todos los misterios y toda la ciencia, y aunque tenga tanta fe que traslade montañas, si no tengo amor, no soy nada. Aunque reparta mis bienes entre los pobres y entregue mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, de nada me sirve.


El amor es paciente, es servicial; el amor no tiene envidia, no es presumido ni orgulloso; no es grosero ni egoista, no se irrita, no toma en cuenta el mal; el amor no se alegra de la injusticia; se alegra de la verdad. Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo tolera. (...) Tres cosas hay que permanecen: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más grande de las tres es el amor.

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